lunes, 24 de enero de 2011

Capitulo 2. Segunda Parte


                                                     Capítulo 2 (Segunda parte)
Celia ojea un libro en la gran mesa situada en el centro de la sala. En ella, los clientes se sientan y tienen pequeña citas con los ejemplares, como en esas cafeterías de encuentros rápidos, para conocer de qué tratan. Si les gusta alguno, no intercambian teléfonos, directamente se lo llevan a casa y en la cama, en el sofá o sobre la alfombra disfrutan de su lectura. Tal vez a la joven es lo que más le gusta de la librería. Las personas que entran en ella no se sienten observadas ni obligadas a comprar. Pueden leer fragmentos, analizar la portada o apuntarse el título si lo desean. A la nueva dependienta le ha llamado la atención un libro de color morado editado hace cincuenta años con las hojas muy amarillentas y que, incluso, esconde entre sus páginas un cromo de fútbol de 1962 en el que aparece dibujado Joaquín Peiró. Le gusta imaginar de quién podría ser y cómo llegó hasta Página 73. Mira el reloj, es la hora de la comida. Cierra la puerta y se dirige hacia la cafetería Astarté. Su dueña decidió llamarla así por el primer libro que compró al señor Francisco, antes de inaugurar el establecimiento, titulado Dime una Palabra y cuyo escenario principal es una cafetería con ese nombre. Además, también copió la idea de dejar en cada mesa un papel en blanco para que los clientes puedan escribir o dibujar. Muchas de esas creaciones están expuestas en las paredes de la cafetería y le dan un toque muy original. A ella no le gusta dibujar pero le apasiona escribir y tiene un blog en internet donde cuelga todos sus pequeños relatos. El camarero se acerca y pide una ensalada, agua y medio bocadillo de lomo con queso. Le encanta el queso. Mientras le preparan la comida, aprovecha para llamar a su madre y contarle como ha ido. Cuando termina de comer, vuelve a la librería y escucha la banda sonora de sus películas preferidas esperando atender a alguien.


Cuando son casi las cinco y cuarto, un chico moreno entra y se presenta.

-          Hola, soy el nieto de Paco. Encantado.
-          Hola nieto de Paco, yo soy Celia – comenta riéndose y se acerca a darle dos besos.

El chico de dieciséis años con aparato y portátil bajo el brazo se ha convertido en universitario con casco de moto y sonrisa perfecta.

-          Realmente me llamo Diego.
-          Ya imaginaba que no te llamabas “nieto de Paco” – la chica se queda mirando el casco.- ¿Vives lejos de aquí?
-          ¿Lo dices por el casco? Vivo cerca de la universidad politécnica y el metro tarda como media hora hasta aquí.
-          A mí es que no me gustan las motos, prefiero la bici – dice Celia acercándose al ordenador- Bueno, Diego, supongo que ya sabes cómo funciona esto ¿no?
-          La verdad es que es la primera vez que trabajo aquí. Mi abuelo me ha hablado mucho de ti, de que vienes muchas veces, así que tú mandas – el chico le guiña un ojo y sonríe.
-          Pues mi primera orden es que nada de internet. Tu abuelo me dijo que estabas mucho tiempo en el ordenador…
-          ¿Te dijo eso?¡Casi no utilizo internet! He terminado tercero de arquitectura y necesito el ordenador para los croquis, nada más.
-          No te preocupes que es broma. –ahora es ella quién le guiña un ojo.- Supongo que no quiere que me quede aquí hasta las nueve. Diego, voy un momento al baño, puedes dejar tus cosas aquí – se aleja indicándole un pequeño armario.
-          ¡Ah! Vale, gracias.

La chica camina hasta el final de la tienda. Esta vez sí que contonea las caderas. Diego no se parece en nada al tipo de chico que se había imaginado. Tiene los ojos verdes de su abuelo y es simpático. ¿Por qué no le conoció antes? 

1 comentario:

  1. Hola Ester! es la primera vez que te comento el blog jejeje y la verdad es que me has enganchado total... soy muy facilona ya para esto... jajaja :p
    Bueno era para decirte que sigo la historia y espero imaciente tus actualizaciones ^^
    un besazo guapi (L)

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